Cuando las situaciones se estancan o no nos producen felicidad sino amargura, desánimo o tristeza es mejor buscar un cambio y dejar atrás aquello que no nos produce buenos sentimientos. ¿Qué sentido tiene estar en un trabajo que solamente te trae frustración y enfado? o ¿en una relación que se convierte en rutina y produce desilusión? Estudiar o realizar una actividad porque te induzcan otros, cuando en realidad   ni te gusta ni te interesa, o convivir con personas tóxicas que poco a poco se van apoderando de tu estado de ánimo no es calidad de vida, aunque te proporcione bienestar material. La mayoría podemos estar condicionados por nuestro entorno y tender a la estabilidad sin plantearnos nuevos retos u otras alternativas para cambiar nuestras  circunstancias  adversas.

Seguir como estamos es lo más cómodo sin duda, pero no lo mejor para tener una calidad de vida emocional. La decisión es únicamente de cada uno de nosotros. No merece la pena estar siempre renegando de lo que tenemos y no hacer nada para cambiarlo. A veces hay imperativos que condicionan nuestras decisiones, pero muchas otras es simplemente falta de determinación y confianza. El cambio requiere valentía para afrontar el riesgo de la incertidumbre y es ahí donde comienza el camino de la auto afirmación y de la liberación emocional. 

También proporciona liberación emocional es ser conscientes de aquellas situaciones que no se pueden cambiar en la vida porque no depende de nosotros mismos como son los problemas de salud, las pérdidas afectivas o financieras, etc. Saber aceptar estas circunstancias nos proporciona una visión más positiva de nuestra realidad y hace más llevadera la adversidad.

Tanto el cambio como la aceptación son necesarios para crear una buena salud psicológica y mental. Estar en armonía con nuestras vivencias y circunstancias es esencial para mantenernos en forma en el delicado equilibrio emocional.

By Lola Velasco Vélez