Cada uno alcanza la madurez cuando se convierte en el guía de su propio destino.
Generalmente vamos por la vida dejándonos llevar por las circunstancias, por la opiniones ajenas más o menos acertadas y por ideas preconcebidas sobre las cosas e incluso sobre nosotros mismos.
Nos acostumbramos a depender de nuestra pareja, de nuestros padres o hermanos, incluso de nuestros hijos sintiéndonos así protegidos. Nos respaldamos en las decisiones que muchas veces otros toman por nosotros, sin darnos cuenta que cedemos la responsabilidad de nuestra vida a los demás y nunca llegamos a sentirnos plenamente capaces.
Sin embargo, siempre hay un tiempo en el que la vida te sitúa en primera línea; en el momento y la situación precisa para tomar las riendas sin tener otras opciones. Es entonces cuando somos conscientes de que nosotros mismos somos capaces de guiar nuestro propio destino.
Genial
Me gustaMe gusta