Muchas veces no esperamos ciertas respuestas o ciertas propuestas de algunas personas. Tampoco ser testigos de desagradables reacciones o situaciones que no aprobamos. Cuando esto ocurre la perplejidad se apodera de nosotros. Perplejidad ante lo circunstancialmente incómodo e inoportuno; hacia aquello que en cualquier momento aparece en nuestra rutina convirtiéndose en un incómodo visitante. Su presencia inesperada nos deja sin respuesta, paraliza nuestra acción y cedemos nuestro control y poder a aquel que nos incomoda y molesta. Nos ha pillado desprevenidos y fácilmente caemos en sus redes como una presa fácil .
Es difícil saber como evitar el estado de perplejidad porque siempre vamos a encontrar situaciones inesperadas, pero podemos reconocerla por los síntomas. Sabiendo igualmente que dejamos la acción para ser meros testigos porque pasar a la acción es tarde e imposible.
¡ Nos han ganado la partida!.
Relaciones tóxicas ( Ver)