San Isidro labrador

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San Isidro nació en Madrid en 1082, es patrono de la Villa de Madrid y de los agricultores. Vino al mundo en el seno de una familia humildísima, poco antes de la reconquista de Madrid, en una casa situada donde en la actualidad se halla la calle de las Aguas. Quedó huérfano muy pronto, t tuvo que buscarse el sustento con trabajos diversos, como el de pocero, hasta que finalmente se empleó como labrador. Contrajo matrimonio con María, que también sería santa. Debido a los asedios almorávides a la ciudad de Madrid la pareja huyó a Caraquiz, donde María cuidaba de la ermita de Nuestra Señora de la Piedad mientras él cuidaba de las tierras. La tradición habla de San Isidro Labrador como un hombre muy piadoso, que rezaba siempre antes de iniciar sus tareas, lo que le valió acusaciones de vago ante su patrón. Éste, escondido entre unos arbustos, observó cómo, mientras Isidro rezaba, los ángeles guiaban a los bueyes para que arasen solos.

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Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijito). En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse y siempre se preocupaba de los más desfavorecidos. Un día lo invitaron a un gran almuerzo y él se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El anfitrión le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no a los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y éste alcanzó para todos y sobró.

Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijo. Un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño al que no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios. En otra ocasión, reinando una gran sequía, Isidro golpeó con una vara unas rocas y de ellas brotó un generoso riachuelo. Ese es el agua que aún hoy se conserva, como una fuente, en su ermita, que los devotos van a beber –y a llenar con ella garrafas y botellas– haciendo cola durante varias horas. Esta relación con el agua es característica de San Isidro, a quien aún hoy en día se saca en procesión para que haga llover cuando la sequía es extrema.

El 30 de noviembre de 1172 muere en su casa.  El cuerpo del Santo se exhumó en abril de 1212 por primera vez, su cadáver estaba incorrupto, fue introducido en un sepulcro de la Iglesia de San Andrés (Madrid) y permaneció allí hasta 1266. Las gentes consideraron esto como un milagro, lo que extendió peticiones de santidad. Sin embargo, no fue hasta el siglo XVII cuando, tras haber curado la presencia de sus restos milagrosamente al rey Felipe III, se inició el proceso que llevaría a su santidad. El Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.  La devoción del Santo fue creciendo y su cuerpo a veces era sacado de procesión con el objeto de invocar lluvias.

La canonización hizo que se buscara un nuevo emplazamiento para sus restos y en 1669 se traslada a la capilla de San Isidro. Delante de la Ermita de San Isidro existía una pradera que recogía a los primeros madrileños que querían disfrutar de su romería. El cuadro La pradera de San Isidro, junto al río Manzanares pintado por Francisco de Goya e 1788, es un ejemplo de la importancia que adquirió esta celebración en el pasado. Los madrileños iban de romería a la pradera donde se bailaban chotis, comían rosquillas y bebían el agua de la fuente de San Isidro buscando salud y purificación.

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San Isidro descansa hoy en la colegiata situada en la calle de Toledo (junto a Puerta Cerrada), que, por cierto, fue catedral de Madrid desde 1885 hasta 1993, año en que la Almudena pasó a desempeñar este papel.

Madrid en San Isidro

By Lola Velasco

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