Han pasado muchos años ignorando el sufrimiento de otros. Cuando nos toda cerca todo cambia. Ahora todos queremos que se erradique esta enfermedad y no se propague en nuestro entorno. Durante todo este tiempo hemos estado ciegos y sordos a lo que estaba ocurriendo en otras partes del mundo. Solo voluntarios y misioneros han puesto su vida en peligro para ayudar a otros, posiblemente sin los medios necesarios. Hay que despertar las conciencias y salir de nuestra zona de confort con solidaridad, generosidad y entendimiento. De una manera u otra todos somos vulnerables y nos necesitamos los unos a los otros. No busquemos culpables y perdamos nuestras energías y nuestra visión en aquello que ya no tiene solución. Solucionar el presente para tener un futuro mejor es lo que toca, si queremos ir hacia delante.