Escepticismo y la Navidad

Cuando miramos a la realidad y pensamos que aquello que a muchos les parece bello, alegre o bueno no es real, o simplemente es una actitud hipócrita ante los acontecimientos de la vida, nos cubrimos con un manto de escepticismo que nos impide ver con los ojos del corazón en vez de con los ojos de la razón.

Creer en la bondad, en la compasión, en la grandeza del ser humano, a pesar de sus imperfecciones, es abrir una puerta a la esperanza de la construcción de una sociedad más tolerante, más sencilla, más humilde y humana. Es cierto, que estamos lejos de aquella visión idílica de como tiene que ser un mundo perfecto. Sin embargo,  sí podemos ilusionarnos y compartir nuestra alegría por todo aquello que levanta el espíritu colectivo y genera una buena energía. Podemos ser generadores de esperanza.

¿Vamos a ser mejores si solamente tenemos en cuenta el infortunio y las desgracias ajenas o personales? Creemos que es una frivolidad celebrar la Navidad o la llegada del nuevo año cuando mucha gente se muere de hambre o no tiene un  hogar, o cuando simplemente no nos sentimos cerca de nuestros vecinos y hermanos. Nos vemos forzados a aceptar los compromisos sociales porque es la época de ello. A sonreír al pariente que no vemos durante el año en las  distintas celebraciones, a tomar una cañas con los amigos que solamente vemos en estos días para olvidarnos de ellos durante los demás meses del año. Hay un sinfín de situaciones y acontecimientos  que se producen en estos días y que nos hacen pensar si todo ello tiene alguna finalidad, e incluso nos puede parecer inmoral.

En cada uno de nosotros está el dar sentido a lo que vivimos y a como lo vivimos. Compartir nuestro afecto, alegría y amistad así como aquello que queramos dar, donde sea, cuando sea y con quien queramos, depende exclusivamente de nosotros. Dar valor a los encuentros es una actitud. Cuidar de los que queremos, aunque estén lejos, es una contribución a mantener unas cercanas relaciones. Intercambiar sonrisas , abrazos, regalos es una manera más de decir: «eres importante para mí y quiero que seas feliz». Concienciarnos de las necesidades de los que nos rodean es un paso hacia la empatía universal.

No juzguemos negativamente la algarabía ajena de estas fiestas. Miremos dentro de nosotros mismos y encontraremos las respuestas. Pero sobre todo que el escepticismo no tome el timón de nuestras vidas y nos impida ver más allá.

» A veces hay que creer en los cuentos de hadas.»

By Lola Velasco
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