No siempre se es consciente de la importancia de ser nosotros mismos, sin máscaras ni disfraces. Para ser felices no se necesitan grandes éxitos, sólo el sentimiento de aceptación de quienes somos y saber que nuestra vida merece la pena. La falsa apariencia, la hipocresía, el vender un producto virtual de nosotros mismos no nos aporta ningún beneficio. Es más , es causa de estrés e insatisfacción.
Es muy difícil ocultar por largo tiempo lo que realmente somos o pretender ser lo que no somos . La dualidad que se presenta ante nuestra vida, en el día a día, lastima nuestra autoestima creando inseguridad. Las luces se convierten en sombras y los éxitos y halagos en bolas de granizo que golpean el cristal de nuestra conciencia. Aparece el temor a la pérdida de valoración y de fama y nos aferramos al poder adoptando posturas arbitrarias. Poco a poco la inseguridad se instala en la rutina apareciendo los fantasmas del miedo que nos convierten en víctimas de sus críticas. Se entra en un estado cercano a la paranoia, en el cual o «estás conmigo o estás contra mí».
Nuestro hacer está condicionado desde el momento en que dejamos de ser nosotros mismos. Desde que vendimos nuestra alma a la fama, al éxito y a la popularidad. El precio es muy alto. El pretender ser lo que no somos nos obliga a participar permanentemente del carnaval de la vida, a ponernos ese disfraz que otros han fabricado para nosotros. Es, sin duda, uno de los daños mayores que podemos hacernos a nosotros mismos.
Ni siquiera en la red es posible engañar por mucho tiempo. El verdadero rostro no tarda en aparecer con toda su cruel fealdad. Me ha gustado tu reflexión.
Tienes razón, los engaños duran poco tiempo y siempre se descubre el verdadero rostro escondido tras la máscara.El problema es para áquel que la lleva puesta, ya que intentando ser otro pierde su propia identidad y construye su realidad sobre los frágiles cimientos de la mentira.
Gracias por acercarte a visitar mi web.
Ni siquiera en la red es posible engañar por mucho tiempo. El verdadero rostro no tarda en aparecer con toda su cruel fealdad. Me ha gustado tu reflexión.
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Tienes razón, los engaños duran poco tiempo y siempre se descubre el verdadero rostro escondido tras la máscara.El problema es para áquel que la lleva puesta, ya que intentando ser otro pierde su propia identidad y construye su realidad sobre los frágiles cimientos de la mentira.
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Me gusta tu artículo sobre la máscara y me dejas sin palabras después de leer tu comentario.
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