La perseverancia es una virtud que implica paciencia y constancia. Todos hemos tenido y tenemos situaciones en las que las prisas nos hacen perder la perspectiva de nuestro objetivo llevando a cabo acciones precipitadamente, que a la postre son inoportunas y conllevan un gasto de energía innecesario sin obtener buenos resultados.
Otras veces a pesar de nuestra perseverancia las dificultades que encontramos en el camino nos impiden conseguir nuestros propósitos. Parece que la suerte nos da la espalda y todo se desvanece sin darnos ni siquiera la oportunidad de actuar. Con frecuencia, los acontecimientos se precipitan caótica e inesperadamente yendo por delante de nuestras acciones y no permitiéndonos tener el control de la situación. Entonces, el desánimo y la frustración ocupan nuestro estado de ánimo.
Conseguir resultados a corto plazo, que es lo que todos anhelamos, es harto difícil. En la mayoría de las ocasiones se necesita tiempo y grandes dosis de paciencia y tenacidad, que a veces no tenemos, para conseguir nuestros objetivos. Hay que perseverar en el intento confiando en nuestros recursos y capacidades y dejar que el tiempo corra a nuestro favor. Muchas veces es tan simple como saber esperar el momento oportuno y no quemar las naves antes de tiempo.
Mi experiencia me ha enseñado que nunca hay que tirar la toalla, que por adversas que sean las circunstancias la mayoría de las veces se logra el resultado deseado si conseguimos no perder el norte y no caer en el desánimo. Mantener firme nuestro timón cuando llegan las dificultades y no perder de vista nuestro horizonte es lo que nos hace llegar a buen puerto.
» El tiempo da la razón a quien no pierde el timón»
Amanece cada día 