Valoramos las cosas cuando no las tenemos y a las personas cuando ya no están. Nos percatamos de nuestros sentidos cuando nos fallan, de nuestra salud cuando enfermamos y de la vida cuando tememos perderla. No somos conscientes de todo lo que gratuitamente disfrutamos y solamente nos sentimos afortunados al echar la vista atrás. Valoramos los tiempos pasados que fueron felices y permanecen en el recuerdo de nuestra biografía encadenada a la nostalgia, sin dar oportunidad a ese presente que se revela ante nosotros y reclama nuestra atención. Pasamos por la vida sin experimentar con plenitud nuestras vivencias aquí y ahora.
Por alguna razón, que no logro comprender, miramos hacia atrás sobrevalorando lo vivido y ésto nos impide disfrutar del presente. De esa salud y bienestar que tenemos. De esas personas que nos acompañan y enriquecen evitando que caigamos en la tristeza de la soledad. Hay mucho que valorar, que apreciar y agradecer y cuanto antes empecemos a hacerlo antes nos sentiremos dichosos.
La vida está llena de luces y sombras. Tiene que haber tinieblas para ver la claridad de la dicha. Somos como somos y no podemos cambiarlo. Sin embargo, podemos cambiar nuestra actitud ante nuestras circunstancias. Podemos aprender a valorar lo que tenemos y a quien tenemos, a sentirnos dichosos y afortunados por lo vivido, por lo que experimentamos cada día y mantenernos expectantes ante un futuro que nos brindará nuevas oportunidades y nuevas experiencias.
El agua del río fluye continuamente pero no vuelve a pasar por el mismo sitio. Aunque nademos siempre en el mismo río cada baño será diferente y nosotros no somos ni sentiremos lo mismo. Ningún estado permanece estático para siempre, sólo la ausencia de vida. Porque la vida es dinámica y cambiante. Fluye constantemente y nos empuja a seguir su propia inercia. De nada sirve pararnos a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor cuando ésto nos impide vivir alegremente nuestro presente.
El pasado nos sirve para saber y valorar el camino recorrido y las circunstancias que han contribuido a que actuemos y seamos de una manera determinada. Nos sirve para saber que al igual que fuimos afortunados, lo somos y lo seremos de manera similar. Siempre hay motivos para la felicidad. La dicha y la alegría vienen de la mano cuando somos capaces de valorar lo que tenemos aquí y ahora.
By Lola Velasco Vélez
Hola
Me gustaMe gusta