

Todo el mundo tiene cualidades positivas, aún las personas que menos nos gustan. Si profundizamos en su conocimiento y observamos su realidad nos daremos cuenta de que hay siempre algo por lo cual son valiosas. Puede que afectivamente nos encontremos distanciados de ellas. Puede que las circunstancias nos conduzcan a tener una opinión poco favorable de su persona. Sin embargo, si nos distanciamos del sentimiento negativo que distorsiona nuestra percepción, encontraremos que tienen cualidades ocultas a nuestros ojos, que son obvias para otros.
La vida me está enseñando a posicionarme en la cercanía, pero distanciándome de los juicios de valor y conclusiones infundadas que con frecuencia se basan en los sentimientos de rechazo provocados por las circunstancias de las relaciones y ciertos estereotipos. La forma de ser, de actuar, el estilo de vida, las opiniones personales y profesionales de otras personas no siempre son las que nos gustan, o no obtenemos las respuestas que esperamos. Entonces, entramos en conflicto despertando emociones tóxicas que invalidan a la persona y a la relación, sin darnos opción a ver algo positivo en ellas.
No obstante, es posible encontrar en las personas que más detestamos o con las que menos nos identificamos el lado bello, creativo y luminoso que todos llevamos dentro. Tenemos que cambiar la mirada dejando a un lado las emociones negativas provocadas por nuestros prejuicios y los sentimientos encontrados. Al mirar con objetividad modificamos nuestra percepción y actitud, abriendo las puertas a su aceptación. Somos más conscientes de sus cualidades y valía. Mirar simplemente a la esencia del ser y no a la forma es lo que nos permite ver y valorar las cualidades positivas de cualquier persona y a la vez facilitar nuestro acercamiento y aceptación. No es tarea fácil, pero merece la pena intentarlo.
